Así como alguien dijo que los taxistas parecen los "cajeros automáticos de los ladrones" por la frecuencia con que los asaltan, las salideras bancarias no son menos habituales. Son una forma delictiva muy popularizada entre los delincuentes, quienes sólo necesitan, además de una logística básica -teléfonos, vehículos- un elemento indispensable: un dato preciso. "No hay salidera sin datero", dicen policías y ladrones.
Detrás de cada salidera bancaria que se denuncia hay una buena cantidad de dinero en danza. Y la víctimas dejan en las denuncias pistas y sospechas que apuntan, muchas veces, al vacío.
En este contexto, el caso de Julio José Rodríguez resulta llamativo porque sus sospechas -denunciadas en la Fiscalía de Guaymallén- apuntan al cajero de un banco ( y a un presunto cómplice) y a las medidas de seguridad que consideró "deficientes" .
En breve, Rodríguez se constituirá en querellante del caso. Por lo pronto, su abogado, Pablo Cazabán, pidió a los investigadores que secuestren los cintas de video que se registraron el lunes 30 de junio, en el banco Credicoop ubicada en Adolfo Calle y Dorrego, de donde retiró 22.000 pesos.
"Eso me dio mala espina"
Rodríguez -un plomero de 39 años que se dedica a realizar tareas de mantenimiento en algunas empresas petroleras- decidió contar su experiencia.
"En el fondo queremos que tener una respuesta del banco. Quiero demostrar que el banco se equivoca. Los bancos deben hacer la cosas bien y el gobierno debe poner personas que sepan de seguridad", afirmó ayer, desde su casa de Chacras de Coria.
Rodríguez explicó que el lunes de la semana anterior verificó a las 11.30 que en la cuenta de su esposa, en el Credicoop, acababa de ingresar un adelanto de 22.000 pesos para iniciar una obra.
Entonces, como nunca mueve este tipo de montos, decidió ir a última hora a la entidad bancaria junto a uno de sus socios.
Eran las 12.45 y había pocos clientes. Los plomeros hicieron la cola y cuando les tocó el turno, se acercaron a la línea de cajas.
"Es llamativo que detrás del cajero hubiera un tipo que, aparentemente, no era del banco y que vio como hicimos toda la operación. Tenía traje y un maletín", explica Rodríguez, quien apunta a estas personas como "dateros" del robo.
El cajero le dio un fajo de billetes de 10.000 pesos en billetes de 50 y otro con billetes de 100 pesos, hasta completar los 22.000.
Cómo Rodríguez vio que el cajero pasó los billetes por la maquina contadora, decidió no contarlos.
"El dinero se hizo para contarlo", le dijo el cajero y se fue a buscar los 500 dólares que el ocasional cliente le había pedido.
"Me llama la atención que el cajero no se quedara a verme contar el dinero. Sólo estaba el tipo del maletín mirando. Ni un cajero del supermercado te deja sólo contando plata porque si falta, la tienen que poner. Eso me dio mala espina", contó la víctima.
Rodríguez le pasó 5.000 pesos a su socio, quien guardó el dinero en el bolsillo, y él se guardó el resto del dinero.
Mientras retiraban una chequera, el banco cerró y "el policía que estaba en frente del edificio desapareció".
"Sabemos que tenés dólares"
Con tranquilidad, los socios salieron de la entidad bancaria. Iban tan tranquilos que incluso Julio le hizo una broma a su amigo: "Con ese lomo, nadie nos va a robar", le dijo haciendo mención al gran tamaño del acompañante. No sabían lo que les deparaba a la vuelta a casa.
Los plomeros se subieron a un Ford Taunus en Adolfo Calle y Dorrego y luego de hacer un par de kilómetros llegaron a Arenales y Pedro del Castillo, donde pararon para buscar a un sobrino de Rodríguez. No sospechaban que alguien los seguía.
En efecto, un segundo después se les atravesó un Fiat Duna y se bajaron dos hombres armados con revólveres 38 largo. Uno puso el caño del arma en la cabeza de Ariel y el otro apuntó a los testículos de Julio.
"Dame la plata", le dijeron a Rodríguez, y este le pasó un fajo de billetes. Entonces los ladrones le exigieron también el dinero a Ariel: "Vos también", gruñó un delincuente.
Rodríguez le había dado 10.000 pesos por lo que el "vidente" delincuente le dijo: "Dame también los dólares. Sabemos que compraste dólares".
Eran profesionales porque cuando vieron la voluntad de entregar el botín bajaron las armas. Y se fueron con los 22.000.
"Estuvimos 70 días trabajando y en cinco minutos perdimos todo", afirmó Rodríguez, medio resignado y medio masticando bronca.
Fuente: www.losandes.com.ar